Volver a Armadura del Reloj Cósmico – Psicología para el hombre y la mujer de acuario

♦ Reloj Cósmico

► diagramas y cálculos

 

Las doce jerarquías solares

Tomando estos doce puntos, vemos que están regidos por doce jerarquías solares (figura 6). Puede que algunos de ustedes estén acostumbrados a hacer cartas astrológicas comunes y corrientes. Observarán que las jerarquías cósmicas están situadas aquí en el sentido de las manecillas del reloj, comenzando en la línea de las 12 con la jerarquía de Capricornio. Recordemos que ésta es una , una jerarquía que emite las energías lumínicas, la luz fohática del poder divino a través de la configuración de estrellas que vemos y que denominamos la constelación de Capricornio. Las estrellas no son la jerarquía. La jerarquía simplemente usa esas estrellas así como otras muchas para emitir esa energía. En su existe un punto focal para la emisión de la energía de la jerarquía de Capricornio; sus serán capaces de emitir ese flujo si son capaces de transmutar todo aquello que impida ese flujo.

 

 

Al trazar este círculo situarían la jerarquía de Capricornio en la línea de las 12, la jerarquía de Acuario en la línea de la 1, la jerarquía de Piscis en la de las 2, la jerarquía de Aries en la de las 3, la jerarquía de Tauro en la de las 4, la jerarquía de Géminis en la de las 5, la jerarquía de Cáncer en la de las 6, la jerarquía de Leo en la de las 7, la jerarquía de Virgo en la de las 8, la jerarquía de Libra en la de las 9, la jerarquía de Escorpión en la de las 10 y la jerarquía de Sagitario en la de las 11. Cada una de estas jerarquías emite una frecuencia de la Divinidad.

Nuestro destino es convertirnos en este disco solar, en este reloj cósmico. Nuestro destino es crear la espiral dentro del corazón, emitir la espiral que forma el reloj, convertirnos en esa girándula que gira en el tiempo y el espacio, liberando en los planos de la todas estas frecuencias en la medida exacta, con las cadencias del latido cósmico. ¡Éste es el flujo cósmico! Que fluye ahora, en este mismo instante, desde su cuerpo causal. Sin embargo, a menos que tengamos esa sintonización llamada , somos en muy escasa medida receptores del flujo.

 

La cuadratura del círculo

Consideremos ahora los cuatro cuadrantes cuando se convierten en la acción del Padre, la [ga Madre], el Hijo y el . Estos cuatro aspectos muestran hacia cuál de las cuatro categorías fluyen las doce jerarquías. La Trinidad de , y –o Padre, Hijo y Espíritu Santo– es una que corresponde a muchos aspectos del flujo de energía (figura 7). En esta figura vemos que corresponde a los cuatro cuerpos inferiores (figura 4).

 

 

La Madre es la clave, en la Materia y en el Espíritu, para la emisión de las energías del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Madre es la catalizadora; ella es el núcleo de fuego desde el que fluyen esas energías. Por tanto, la Madre tiene una relación especial con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo. A través de ella la trinidad se convierte en la cuadratura del círculo en la Materia (figura 8).

 

 

La trinidad es la espiritual, el aspecto de de la Divinidad. Para que éste se manifieste en los planos de la Materia debemos tener lo que se conoce como la cuadratura del círculo, la cristalización de la llama de Dios. La Madre es el cristal gracias al cual la trinidad se vuelve física, tangible, viable en los cuatro cuerpos inferiores y en los s.

 

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cósmica. La cadena universal de seres libres en Dios individualizados que cumplen con los atributos y los aspectos de la infinita Individualidad de Dios. Dentro del esquema de la jerarquía cósmica están los Logos Solares, los Elohim, los Hijos e Hijas de Dios, maestros ascendidos y maestros no ascendidos con sus círculos de chelas, seres cósmicos, las doce jerarquías solares, arcángeles y ángeles del fuego sagrado, hijos de la luz, espíritus de la naturaleza (los elementales) y llamas gemelas de la polaridad de Alfa y Omega que patrocinan sistemas planetarios y galácticos.

     Esta orden universal de la propia Auto-Expresión del Padre es el medio por el cual Dios, en el Gran Sol Central, desacelera la Presencia y el poder de Su ser/conciencia universal para que las evoluciones sucesivas en el tiempo y el espacio, de la más pequeña a la más grande, puedan llegar a conocer el milagro de Su amor. El nivel de realización espiritual/física de un individuo –medida por la autopercepción equilibrada, “oculta con el Cristo en Dios”, y que con Su amor demuestra Su Ley en el cosmos del Espíritu y la Materia– es el criterio que establece dónde está colocado el individuo en la escala de la vida llamada jerarquía.

     En el siglo III, Orígenes de Alejandría describió su concepción de una jerarquía de seres que va de los ángeles a los seres humanos, a los demonios y las bestias. El conocido erudito y teólogo de la Iglesia primitiva, que expuso la piedra angular de la doctrina de Cristo, y sobre cuyas obras los subsiguientes padres de la Iglesia, doctores y teólogos edificaron sus tradicio­nes, enseñaba que a las almas se les asignan sus respectivos cargos y deberes con base en acciones y méritos pasados, y que cada una tiene la oportunidad de subir o de bajar de rango. Muchos seres de la jerarquía celestial están nombrados en el libro del Apocalipsis. Aparte de la falsa jerarquía del Anticristo, que incluye a los ángeles expulsados, algunos de los miembros de la Gran Hermandad Blanca enlistados por Jesús son Alfa y Omega, los siete Espíritus, los ángeles de las siete iglesias, los Veinticuatro Ancianos, las cuatro bestias, los santos vestidos de blanco, los Dos Testigos, el Dios de la Tierra, la Mujer vestida del Sol y su Niño-Hombre, el arcángel Miguel y sus ángeles, el Cordero y su esposa, los ciento cuarenta y cuatro mil que llevan el nombre del Padre escrito en la frente, el ángel del Evangelio Eterno, los siete ángeles (esto es, los arcángeles de los siete rayos) parados delante de Dios, el ángel vestido de nube y con un arco iris sobre la frente, los siete truenos, El Fiel y Verdadero y sus ejércitos, y aquel que estaba sentado en el gran trono blanco. Véase Elohim.

El cuerpo de la Primera Causa; siete esferas concéntricas de luz y conciencia que se interpenetran y que rodean a la Presencia YO SOY en los planos más altos del Espíritu, cuyo moméntum, incrementado  por las palabras y las obras buenas del SEÑOR manifestadas por el alma en todas sus vidas pasadas, es accesible hoy en todo momento, según lo necesitemos. Nuestros recursos espirituales y nuestra creatividad ­—talentos, gracias, dones y genio, almacenados debido a un servicio ejemplar en los siete rayos pueden ser atraídos desde el cuerpo causal con invocaciones a la Presencia YO SOY en el nombre del Ser Crístico. Además de ser el lugar donde nos “hacemos tesoros en el cielo” —el almacén de toda cosa buena y perfecta que forma parte de nuestra verdadera identidad—, las grandes esferas del cuerpo causal son el lugar de morada de Dios el Altísimo al que Jesús se refirió cuando dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay… voy, pues, a preparar lugar para vosotros… Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo: para que donde yo estoy [ahí donde YO, el Cristo encarnado, SOY en la Presencia YO SOY] vosotros también estéis.” El cuerpo causal es la mansión, o morada, del Espíritu del YO SOY EL QUE YO SOY al cual el alma retorna a través de Cristo Jesús y el Ser Crístico individual en el ritual de la ascensión. Pablo se refería al cuerpo causal como la estrella de la individualización de la Llama de Dios de todo hombre cuando dijo: “porque una estrella es diferente de otra en gloria”. Véase Gráfica de tu Ser Divino.

Mateo 6:19-21; Juan 14:2; 3:1; 1 Corintios 15:41

Cuatro capas de cuatro distintas frecuencias que rodean al alma (los cuerpos físico, emocional, mental y etérico) y que proveen al alma de vehículos en su viaje por el tiempo y el espacio. La capa etérica, la de más alta vibración, es la entrada para los tres cuerpos superiores: el Ser Crístico, la Presencia YO SOY y el cuerpo causal. Son las túnicas de pieles mencionadas en Génesis 3:21. Véase cuerpo astral, cuerpo de los deseos, cuerpo emocional, cuerpo etérico, cuerpo físico, cuerpo mental, Gráfica de tu Ser Divino, magnetismo animal.

(latín: mater, “madre”). La polaridad femenina (negativa) de la Divinidad, cuya polaridad masculina (positiva) es el Espíritu. La Materia actúa como un cáliz para el reino de Dios y es el lugar de morada de almas en evolución que se identifican con su Señor, el Santo Ser Crístico. La Materia se distingue de la materia, la sustancia de la tierra, terrena, de los reinos de maya, que bloquea en vez de irradiar la luz divina y el Espíritu del YO SOY EL QUE YO SOY.

La materia es la materialización de la Llama de Dios, el medio por el cual el Espíritu adquiere, “físicamente”, cuádruple dimensión y forma a través de la polaridad femenina, o negativa, de la Divinidad. Los maestros ascendidos usan Mater o Matter indistintamente para describir los planos de la existencia que comprenden y se amoldan al cáliz universal, o matriz, para el descenso de la luz de Dios que se percibe como Madre. A través de este aspecto de sí mismo como Madre es como el Espíritu de Dios, el Padre, desarrolla en sus hijos la conciencia del Cristo, el unigénito de Dios, como percepción de sí mismos en el Cristo en desenvolvimiento a través de la llama trinala chispa divina y sello de autenticidad de los coherederos que serán. El alma que desciende de los planos del Espíritu mora en el tiempo y el espacio en la Materia para su evolución espiritual/física, que requiere automaestría en las energías de Dios con el recto ejercicio del libre albedrío. Los cuatro cuerpos inferiores del hombre, de un planeta o de sistemas de mundos —los cuatro planos, cuadrantes y fuerzas cósmicas— ocupan y constituyen las frecuencias de la Materia. Véase Madre, Espíritu.
1. La percepción de Dios de Sí Mismo en y como el cosmos.  2. La percepción del hombre de sí mismo de que vive, se mueve y tiene existencia dentro de las esferas de la Autoperfección cósmica de Dios. La percepción de uno mismo cumpliendo los ciclos cósmicos en y a través del Gran Yo Divino; la percepción de uno mismo como parte de Dios en dimensiones cósmicas; alcanzar y pasar iniciaciones a través de la sacralidad del Cristo Cósmico que llevan a la Autorrealización Divina en el que es Universal.

El Creador (Dios Padre) en la Trinidad hindú.

Vishnu ocupa el oficio de Preservador en la Trinidad hindú, el equivalente del principio del Hijo en la Trinidad occidental. Como tal Vishnu encarna la sabiduría del Cristo Cósmico. Es también el mediador, o el puente, entre la conciencia humana y Brahman, la Realidad Absoluta. Véase Brahma, Vishnu y Shiva, y Manifestaciones de la Madre Divina en Oriente  .

Shiva es una de las deidades más populares de la India. Junto con Brahma y Vishnu, forma parte de la trimurti [sánscrito: “tres formas”], la trinidad hindú. Se entiende que son tres manifestaciones del Único Ser Supremo. Son las “tres en uno”, correspondientes a la Trinidad occidental de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Brahma personifica el aspecto de creador, Vishnu el de preservador y protector y Shiva el de destructor o dispersador. Para los hindúes, que lo han escogido como su deidad predilecta, Shiva personifica todos estos aspectos.

Los devotos de Shiva lo veneran como la Realidad suprema, la Divinidad total. Lo consideran el Guru de todos los gurus, el destructor de la mundanidad, la ignorancia, el mal y los malvados, el odio y la enfermedad. Concede visión y larga vida y encarna la renuncia y la compasión.

Véase Brahma, Vishnu y Shiva, y Manifestaciones de la Madre Divina en Oriente.

 

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

La llama del Cristo, la chispa de la vida que arde en la cámara secreta del corazón de los hijos e hijas de Dios. La sagrada trinidad de poder, sabiduría y amor que es la manifestación del fuego sagrado. Véase Gráfica de tu Ser Divino.

El fuego de la Kundalini, que se encuentra como una serpiente enroscada en el chakra de la base de la columna (el muladhara), y que con pureza espiritual y automaestría se eleva hacia el chakra de la coronilla, acelerando los centros espirituales o chakras a su paso. Dios, luz, vida, energía, el YO SOY EL QUE YO SOY. “Nuestro Dios es un fuego consumidor” (Hebreos 12:29). El fuego sagrado es la precipitación del Espíritu Santo para el bautismo de las almas, para la purificación, para la alquimia y la transmutación y para alcanzar la ascensión, ritual sagrado mediante el cual el alma retorna al Único.
(sánscrito: “rueda, disco, círculo”). Centros de luz anclados a lo largo de la columna vertebral en el cuerpo etérico; gobiernan el flujo de energía hacia los cuatro cuerpos inferiores del hombre y sostienen la frecuencia de los siete rayos en ellos. Son siete y corresponden a los siete rayos: 1. primer rayo, garganta, azul; 2. segundo rayo coronilla, amarillo; 3. tercer rayo, corazón, rosa; 4. cuarto rayo, base de la columna, blanco; 5. quinto rayo, tercer ojo, verde; 6. sexto rayo, plexo solar, púrpura y oro; 7. séptimo rayo, sede del alma, violeta).

Hay cinco chakras menores correspondientes a los cinco rayos secretos y un total de 144 centros de luz en el cuerpo del hombre. Véase Tabla de los chakras , El aura humana II, de Djwal Kul.

Véase también la Armadura de los chakras