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♦ Perfil de Ernon, Rai de Suern, por Elizabeth Clare Prophet

[35 mil años a.C – 13 mil años a.C. – Aquí y ahora – ¿Cuál es la conexión?]

¿Quién es Rai Ernon?

Nos enteramos de este personaje extraordinario por el libro A Dweller of Two Planets [Un habitante de dos planetas], cuyo autor es Phylos El Tibetano y que fue publicado en 1899. Se trata de la historia de sus encarnaciones en la antigua , en la y en los Estados Unidos en el siglo XIX.

Phylos relata minuciosamente su encarnación como Zailm Numinos hace alrededor de 13,000 años en la Atlántida y como Walter Pierson en los Estados Unidos en el sigo XIX. Por su propio relato nos enteramos de las pruebas que pasó su , sembrando y cosechando positivo y negativo; de cómo, con éxitos y con fracasos, lidió con los desafíos de su psicología y de sus propios s de karma personal; de su encuentro el Señor que le hizo una profecía y que se presentó a la hora de su muerte en la Atlántida; y de que finalmente su alma alcanzó la resolución en el siglo XIX. Este estudio es fascinante porque la historia de Phylos es también nuestra historia, ya que todos somos atlantes reencarnados.

También arroja comprensión sobre el karma y la , sobre la gracia de y sobre la responsabilidad que tenemos de saldar nuestras deudas con la Vida.

Un habitante de dos planetas es el mejor libro que podemos dar a los serios estudiosos del que son nuevos en estas enseñanzas. Está escrito en un inglés muy comprensible del siglo XIX, con el rico lenguaje de Frederick Oliver, el amanuense que lo recibió en dictado del adepto Phylos el Tibetano cuando todavía era un adolescente.

En un punto del libro llegamos a la historia del Rai Ernon. Rai es la palabra que en la Atlántida se utilizaba para nombrar al “emperador” o “monarca”. Cuando Phylos estuvo encarnado como Zailm, Rai Ernon era el emperador del país de Suern, que comprendía lo que hoy es la India y una parte de Arabia.

Los habitantes de Suern poseían poderes aparentemente milagrosos, entre otros la habilidad de precipitar sus propios alimentos. Estos poderes se derivaban en primera instancia de su estricta adhesión a un código moral impuesto por su monarca. En segundo lugar, los suernis gozaban de estos poderes por la intercesión de los s de lo oculto de aquel tiempo, a los que se daba el nombre de Hijos de la Soledad.

Rai Ernon era uno de los Hijos de la Soledad, que eran célibes y no vivían en familia sino a menudo apartados de la civilización. En casos excepcionales regresaban a la civilización a servir a sus congéneres en el ámbito del Estado y de la Iglesia. Se instruían durante largos años, se convertían en adeptos no ascendidos y finalmente ascendidos en el curso de una encarnación tras otra.

Rai Ernon poseía poderes extraordinarios con los que pudo derrotar a los enemigos de su país sin necesidad de armas. En Un habitante de dos planetas leemos el testimonio de alguien que vio cómo, sin ayuda de nadie, venció a un ejército de 160,000 caldeos.

A mi parecer, de los registros guardados en el , éste es uno de los más extraordinarios que ilustran la magnitud de tales poderes. Gracias a él podemos comprender cuán profundo es el trabajo de un Hijo de la Soledad, cuán solitario es ese camino y el gran poder que Dios puede confiar a un individuo no ascendido, incluso a ustedes o a mí, si demostramos ser dignos en todas las cosas y en el uso juicioso del poder de Dios.

Testigo de los hechos, Lolix, la hija del capitán del ejército de los caldeos, cuenta con sobrecogimiento en Un habitante de dos planetas que Suern había sido invadida por el ejército caldeo y como no contaba con defensas físicas los suernis fueron tomados prisioneros; algunos habían sido torturados o muertos. Al ir aproximándose a la ciudad capital los caldeos se percataron de que un anciano, desarmado y solo, caminaba hacia ellos. Cuenta Lolix que “era muy alto, caminaba erguido como un soldado, y con una expresión de dignidad tal que hacía espléndida su presencia”.

El capitán de los caldeos le dijo al anciano: “¿Qué es lo dice tu monarca?”

El anciano respondió: “Mi monarca dijo: ‘¡Pide a este extranjero que se aleje antes que mi furia se desencadene, porque he aquí que lo aniquilaré si no obedece! ¡Mi furia es terrible!”

El capitán contestó: “¡Vaya! ¿Y su ejército? No veo ningún ejército.”

“Capitán –dijo el anciano emisario, en un tono bajo y con profunda seriedad-, más vale que partas. Yo soy el Rai, y también su ejército. Abandona este país ahora mismo. Mientras más pronto, mejor. ¡Retírate, te lo ruego!”

El capitán se negó a hacerlo y prometió que atacaría la capital de Suern por la mañana. Ernon intentó nuevamente convencerlo de que partiera, pero aquél rió burlón.

Ernon le dijo: “[Príncipe,] ¡me da pena por ti! Que sea como tú quieres. Te advertí que te marcharas. Has escuchado sobre el poder de los suernis y no creíste. Pues ¡experiméntalo ahora!”

Lolix describe lo que ocurrió después: “Con estas palabras, el Rai, apuntando con el índice, recorrió el sitio donde se encontraba nuestro espléndido ejército de dos mil soldados, nuestro orgullo.” Eran unos cabecillas de enorme estatura, los responsables de la tortura y muerte de los habitantes de Suern. “Los labios [del Rai] se movieron y apenas alcancé a escuchar sus palabras, pronunciadas en voz baja: ‘Yeovah, fortalece mi debilidad. Que mueran los culpables empecinados.’”

“Lo que luego ocurrió –continúa Lolix– horrorizó a los espectadores, tan conmocionados que durante los próximos cinco minutos no se oyó ningún ruido. Tras el gesto del suerni sus cabezas cayeron al frente, sus manos soltaron las lanzas y ellos cayeron por los suelos como embriagados. Ni un ruido, salvo el de su caída, ninguna lucha; la muerte los había sorprendido como a aquellos cuyo corazón deja de latir súbitamente…”

Ernon inclinó entonces la cabeza y oró: “Señor, haz esto por tu siervo, ¡te imploro!”

Lolix sigue contando: “Cuando me volví a mirar a las víctimas, vi cómo se ponían de pie, una a una, cada cual tomando su lanza, su escudo y su casco, y luego en cortas cuadrillas irregulares marcharon hacia nosotros, hacia donde yo estaba, ¡oh, Dios!, y se dirigieron hacia el río, ¡y caminando se fueron hundiendo en él! Cuando pasaron junto a mí vi que tenían los ojos semicerrados, con la mirada vidriosa de la muerte; el movimiento de sus miembros era mecánico; caminaban como si colgaran de cables y sus armaduras producían un horrendo sonido metálico seco. A medida que una a una las cuadrillas llegaban al río se iban hundiendo hasta que el agua les cubría la cabeza, y desaparecían para siempre, yendo a alimentar a los cocodrilos que ya bramaban y gruñían sobre sus presas río abajo del Gunja. El resto del ejército huyó aterrorizado. El capitán permaneció preso en Suern y Ernon envió a las mujeres caldeas a la Atlántida.”

Pese a los poderes que poseían, los suernis no eran un pueblo feliz. Zailm se dio cuenta de que no amaban a su monarca, el Rai Ernon. Cuando Phylos cuenta sobre su visita a Suern en su encarnación como Zailm el atlante, dice: “Los suernis eran un pueblo extraño. Los viejos no parecían sonreír nunca, y no porque estuvieran concentrados en estudios ocultos sino porque estaban llenos de ira. Detrás de cualquier manifestación parecía haber una perpetua expresión de enojo. Me pregunté a qué se debería esto. ¿Es consecuencia de las habilidades mágicas que poseen?”

Ésta es la explicación que Ernon le dio:

He procurado que los suernis conozcan la ley, que sean los amos y no las víctimas de las circunstancias. Pero como conocen unas cuantas cosas de magia, y en mayores hazañas son ayudados por los ‘Hijos’ [de la Soledad] que viven entre ellos, he aquí que se conforman con eso.

Pero he aquí que se rebelan contra los castigos a su natural lascivia sin freno, y me condenan violentamente porque exijo la exacta obediencia de la ley, e impongo penalidades por infringirla; y condenan a los ‘Hijos’ [de la Soledad], mis hermanos, que me prestan asistencia; a esto se debe esa ira que tanto te perturbó al percatarte de ella.

A tus ojos mi pueblo hace cosas extrañas… pero no saben por qué las hacen, y producen sus actos milagrosos sin prestar atención a Yeovah. En consecuencia, se han convertido en una manada de brujos, y no obran con magia blanca, que es benéfica, sino con magia negra, que es brujería. Esto les va a traer grandes desgracias. Habría querido enseñarles fe, esperanza, conocimiento y caridad, que constituyen una religión pura y sin tacha.”

Ernon continuó con dolor:

¡Oh, suernis, suernis! ¡He dado mi vida por vosotros. He luchado por llevaros a Espeid [el Edén] para mostraros sus bellezas, ¡y no quisisteis! He intentado poneros a la vanguardia de las naciones y hacer de vuestro nombre sinónimo de justicia, de misericordia, de amor a Dios, y ¿cómo me habéis pagado? ¡Quise ser un padre para vosotros, y me habéis maldecido en vuestro corazón! ¡Más penetrante que una daga es la ingratitud!

Os habría llevado a las alturas de la gloria, pero preferisteis revolcaros en la ignorancia, como los cerdos, limitándoos a realizar lo que a otros les parecen maravillas pero ignorando sus consecuencias. Sois una raza infiel e ingrata. No creéis en Yeovah y os contentáis con vivir con lo poco que sabéis, sois perezosos para aprender ¡y más desagradecidos para con Dios que para con vuestro Rai!

Ay, suernis, suernis, me habéis arrojado de vuestro lado, haciendo que mi corazón sangrara. Me voy, y de entre vosotros se irán también los ‘Hijos’, un puñado doliente de hombres desilusionados. Y ahí donde erais muchos seréis muy pocos, seréis la burla de los hombres y presa para los caldeos. Os veréis mermados y tendréis que esperar hasta que los siglos, noventa siglos para ser precisos, se pierdan en la eternidad. Y en aquel día sufriréis hasta los tiempos de aquel al que llamaréis Moisés. Y de ellos se dirá: ‘Son la simiente de Abraham.’

Y he aquí que, tal como ahora el Espíritu de Dios se encuentra en la tierra, inmanente en los Hijos de la Soledad, y hacéis escarnio de Él, en un día remoto Su espíritu se manifestará y encarnará como el Cristo, de tal manera que el ser humano perfecto brillará con el Espíritu, y se convertirá en el Primero de los Hijos de Dios. Pero tampoco en aquel tiempo lo conoceréis, sino que lo crucificaréis; y vuestro castigo durará por los siglos hasta que ese Espíritu venga de nuevo en el corazón de aquellos que lo sigan, ¡y os encontrará dispersos a los cuatro vientos! ¡De esta manera seréis castigados!

A partir de hoy y hasta aquel tiempo os ganaréis el pan con el sudor de vuestra frente. Dejaréis de poseer el poder de defensa de vuestro monarca, no sea que lo utilicéis para ofensa. Ya no os pondré restricciones.

¡Pueblo mío, pueblo mío! ¡[Tan] desagradecido! ¡Os perdono, porque no sabéis cuánto os amo! ¡Parto ahora, oh, suernis, oh, suernis, oh, suernis!”

Phylos escribe: “Con la última palabra la voz del noble gobernante se deshizo en un murmullo, se cubrió el rostro con las manos, se sentó, sumergido en silencioso dolor, salvo por un suspiro de dolor que emitió en una o dos ocasiones.”

Acto seguido, Rai Ernon murió.

A la muerte de Ernon los suernis perdieron sus poderes, tal como él lo había pronosticado. Él había sido su guru, y ellos fueron unos s malagradecidos. Habían tenido poderes solamente por su gracia y patrocinio. Ya no pudieron precipitar sus propios alimentos y para sobrevivir tuvieron que aprender a cultivar la tierra, a criar animales, a explotar las minas y a hilar, instruidos por los habitantes de la Atlántida.

Lo que los han revelado acerca de los suernis es que originalmente fueron atlantes. He narrado su historia en la conferencia “La era de oro de Jesucristo en la Atlántida”, que resumo brevemente a continuación:

[Las ovejas perdidas de la casa de Israel]

Jesús fue el emperador de una era de oro en la Atlántida hace 35,000 años. Abdicó como monarca debido a que el 80 por ciento de sus habitantes lo exigieron. Junto con el 20 por ciento que lo apoyaba, Jesús abandonó la Atlántida y se trasladaron a Suern. Eran cerca de dos millones de personas. De ellas, un millón hicieron su ascensión desde la tierra de Suern. El otro millón siguió reencarnando. La mayoría se apartaron de la luz y perdieron su conexión con el Santo .

Este último millón de personas siguió reencarnando en Suern y en la Atlántida. Con el correr de los siglos dieron nacimiento a muchas de las almas que se habían vuelto contra Jesús durante la era de oro de la Atlántida. De manera que en la época en que Zailm vivió en Suern estaban encarnados atlantes de aquella era de oro. Esos suernis han seguido reencarnando y exhibiendo el mismo comportamiento tozudo y obstinado que habían tenido en la Atlántida y en Suern.

Más tarde a los suernis se les dio la oportunidad de encarnar como la simiente de , para purgar el karma cometido, algunos al traicionar a Jesús durante la era de oro de la Atlántida y otros al caer en una espiral descendente de evolución en Suern. Debido a estos karmas los hijos de Israel sufrieron el cautiverio en Egipto.

Los hijos de han seguido encarnando hasta nuestros días. El millón que había estado con Jesús en la Atlántida y luego en Suern reencarnó en la tribu de José a través de sus hijos Efraín y Manasés, a los que Jacob bendijo como hijos suyos. La tribu de José era una de las diez tribus del Reino Norte, de Israel. Hoy, ese millón de almas están reencarnadas principalmente entre los habitantes de las Islas Británicas, los Estados Unidos y Canadá.

Los suernis reencarnaron entre las restantes nueve tribus de las diez del Reino del Norte, en Israel, y en las dos tribus del Reino del Sur, en Judá. Hoy, generalmente, las nueve tribus del Reino del Norte están encarnadas entre las naciones europeas como cristianos, mientras que las dos tribus del Reino del Sur (Judá y Benjamín) y algunos levitas generalmente están encarnados entre los judíos modernos. Por razones kármicas la simiente de Abraham ha encarnado también en todas las naciones.

[Volvamos a Phylos el Tibetano.]

Durante su vida en los Estados Unidos del siglo XIX como Walter Pierson, Phylos volvió a encontrarse con Rai Ernon. Cuando trabajaba en su mina de oro en California, Walter se hizo amigo de uno de sus empleados, un chino llamado Quong, quien le revela que pertenece a una hermandad oculta y lo invita a la logia de dicha hermandad. Ahí Walter conoce a un maestro del planeta Venus llamado Mol Lang, quien lo lleva en su cuerpo sutil al planeta Venus. Mol Lang es Rai Ernon.

Durante su visita a Venus, Mol Lang lo instruye acerca del propósito de la vida, la ley del karma y la reencarnación, la naturaleza de la vida después de la muerte, las llamas gemelas y otras verdades eternas.

Haciendo una descripción de Mol Lang, Phylos escribe:

“[Poseía] unos ojos profundos, enmarcados por abundantes cejas; y una cabeza parecida a la del filósofo Sócrates; su cabello y barba blancos como la nieve y su erguida postura de soldado hacían que Mol me pareciera la personificación misma de la sabiduría oculta… Llevaba un turbante azul, con pintas color marrón… y una túnica gris larga, recogida en la cintura… Sus pies, de forma delicada y agradable, calzaba sandalias.”

Phylos comenta que su fe en Mol Lang se la inspiraba “su suave dignidad y su amorosa gentileza, que se desprendían de sus ojos grises profundos y apacibles”.

La última vez que sabemos de Mol Lang en Un habitante de dos planetas está consagrado al servicio a la humanidad. Escribe Phylos:

“Mol Lang estaba dedicado a su labor predilecta: guiar, enseñar y ayudar a la humanidad, en conjunto e individualmente, a esa porción de nuestra raza que todavía se encontraba en la tierra. Junto con otros grandes, Mol Lang influía en los asuntos de los hombres sin que ellos tuvieran conciencia de su intervención, esos hombres que proseguían con sus vidas y quehaceres en la tierra convencidos de que son ellos mismos los autores de todo. Qué poco sabe la humanidad encarnada en la tierra de los grandes adeptos que la guían.”

Ésta es nuestra semblanza de Rai Ernon, que a continuación nos dará un dictado. Espero que estos antecedentes hayan despertado amor en su corazón por este Hijo de la Soledad.

 

 

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Mu, el continente perdido del océano Pacífco que, según los descubrimientos de James Churchward, arqueólogo y autor de El continente perdido de Mu, se extendía cinco mil kilómetros hacia el sur desde el norte de Hawái, hacia la Isla Oriental y las islas Fiyi, y estaba constituido por tres áreas de tierra que median más de ocho mil kilómetros de oriente a poniente. La historia que relata Churchward sobre la antigua Tierra Madre está basada en registros inscritos en tablillas sagradas que asegura haber descubierto en la India. Descifró dichas tablillas con la ayuda de un sacerdote de un templo hindú. Durante cincuenta años de inves­tigación confirmó su contenido comparando con otros textos, inscripciones y leyendas que descubrió en el Sudeste de Asia, en Yucatán (México), Centroamérica, las islas del Pacífico, Norteamérica, el antiguo Egipto y otras civilizaciones. Él calcula que Mu fue destruido aproximadamente hace doce mil años por el colapso de las cámaras de gas que sostenían al continente.

Mapa de Lemuria de El continente perdido de Mu, por James Churchward (1927). Este mapa basado en lecturas de antiguos textos que hizo Churchward muestra el continente de Lemuria como era antes de su destrucción final.

El continente isla que se encontraba donde ahora está el océano Atlántico y que se hundió en el cataclismo conocido como el Diluvio de Noé, hace aproximadamente 11,600 años, según cálculos de James Churchward. Platón la describió vívidamente; Edgar Cayce la “vio” y la describió en sus lecturas; Taylor Caldwell la rememora en algunos pasajes de La leyenda de la Atlántida; Otto Muck, fallecido científico alemán, la exploró científicamente y la autentificó, estableciendo la hora y la fecha de su destrucción (por un asteroide que se impactó en el Triángulo de las Bermudas con una fuerza equivalente a treinta mil bombas de hidrógeno), ¡a las 8 pm del 5 de junio de 8498 a.C.! En sus diálogos Platón cuenta que en “la isla de la Atlántida había un gran y maravilloso imperio” que regía África hasta Egipto, Europa hasta Italia y “partes del continente” (se piensa que es una referencia a América, específicamente a América Central, Perú y el valle del Mississippi). Se ha postulado que la Atlántida y las pequeñas islas que la bordeaban al este y al oeste formaban un puente de tierra continuo que iba de América a Europa y África.


Mapa de la Atlántida de W. Scott-Elliot entre 80,000 A.C.y su hundimiento final.

 

 

Dios es un Espíritu y el alma es el potencial vivo de Dios. La petición de libre albedrío que el alma hizo  y su consiguiente separación de Dios tuvieron como consecuencia el descenso de este potencial al estado carnal inferior. Sembrada en deshonor, el alma está destinada a elevarse con honores a la plenitud de ese estado divino que es el Espíritu único de toda Vida. El alma puede perderse; el Espíritu no puede morir.

     El alma permanece como un potencial que ha caído a niveles más bajos de vibración y de conciencia, y debe ser imbuida de la realidad del Espíritu, purificada por medio de la oración y la súplica y devuelta a la gloria de la cual descendió y a la unidad del Todo. Esta reunión del alma con el Espíritu es el matrimonio alquímico, que determina el destino del ser y lo convierte en uno con la Verdad inmortal. Cumplido este ritual, el Ser superior se corona Señor de la Vida y se descubre que el potencial de Dios realizado en el hombre es el Todo-en-todo.

(sánscrito: “acto, acción, obra”). El karma es energía/conciencia en acción; la ley de causa y efecto y retribución. Llamada también ley del círculo, que decreta que cualquier cosa que hagamos completará un círculo y regresará a nuestra puerta para resolución. Pablo dijo: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” Newton observó: “Para toda acción hay una reacción igual y opuesta.” La ley del karma requiere que el alma reencarne hasta que todos los ciclos kármicos se hayan saldado. Así, de una vida a la siguiente el hombre determina su destino por sus acciones, incluyendo sus pensamientos, sentimientos, palabras y obras. Saint Germain enseña el sendero acelerado de la transmutación del karma con la llama violeta del Espíritu Santo y trascendiendo las rondas de renacimiento a través del sendero de la cristeidad individual que conduce a la ascensión demostrada por Jesús.

Gálatas 6:7

[Los maestros ascendidos utilizan continuamente la palabra momentum en sus enseñanzas, con el significado original del término, que en inglés es “la fuerza del movimiento [motion] adquirida por un objeto en movimiento [moving] como resultado de la prolongación de [dicho] movimiento [motion]” (traducido de Webster Third International Dictionary).

La palabra momentum en latín significa “movimiento” y fue usada por el físico y matemático Isaac Newton (1643-1727) para describir un cuerpo en movimiento. El latín era la lengua de uso en las universidades europeas a la sazón. Hoy este concepto se llama “movimiento lineal” o “momento lineal”. Se representa por una p y su fórmula es p = m * v, donde m = masa, v = velocidad. Cuando damos un impulso a un objeto, éste empieza a moverse. La Primera Ley del Movimiento de Newton dice que si se retira el impulso el objeto sigue moviéndose a una velocidad constante. Para parar el objeto hay que aplicar una fuerza. Mientras más pesado el objeto (más masa), más fuerza se requiere para detenerlo. Asimismo, mientras más rápido va el objeto (más velocidad), más difícil resulta detenerlo.

La palabra momentum es una deformación de movimentum, formada por el verbo movere (“mover”) y el sufijo -entum, equivalente a -ento en español, que en este caso indica estado físico.

Podría traducirse por “momento”, pero para evitar confusión con el significado más común de este término (un instante de tiempo) hemos dejado siempre “moméntum” en nuestras traducciones. Es el equivalente de lo que algunos traducen por "impulso acumulado".]

Al estudiar estos reinos de la jerarquía también aprendemos algo acerca de cómo aplicamos la llama que está en nuestro corazón. Aprendemos, entonces, que es la energía del rayo azul, el impulso [thrust] del poder, la que da ímpetu [impetus] a la idea contenida en la mente de Dios. Sin ese impulso de energía, la idea carece de moméntum [momentum]. Es como la flecha lanzada desde el arco. Es la energía para estirar la cuerda hacia atrás la que da moméntum a la flecha que es la idea de Dios dirigiéndose a la manifestación.

Elizabeth Clare Prophet, en “The torch is passed”.

(griego: Christos, “ungido”). Mesías (hebreo y arameo: “ungido”); “el Ungido”, aquel que es investido e infundido o ungido de la luz (el Hijo) de Dios. La Palabra, el Logos, la Segunda Persona de la Trinidad: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad… Aquél era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene al mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él y el mundo no le conoció.” En la Trinidad hindú de Brahma, Vishnu y Shiva, el término “Cristo” corresponde a la encarnación de Vishnu, el Preservador; avatara, hombre Dios, el que despeja la oscuridad, guru.

     El Cristo Universal es el mediador entre los planos del Espíritu y los planos de la Materia; personificado como el Santo Ser Crístico, es el mediador entre el Espíritu de Dios y el alma del hombre. El Cristo Universal sostiene el nexo (el flujo en forma de ocho) de la conciencia a través del cual las energías del Padre (Espíritu) pasan a sus hijos para la cristalización (inglés: Christ-realization: realización crística) de la Llama de Dios por el esfuerzo de su alma en el vientre cósmico (la matriz) de la Madre (Materia). A este proceso se le llama materialización (inglés: Mater-realization: realización en la Materia), “El Descenso”. El proceso por el cual las energías de la Madre aglutinadas en el alma pasan a través del nexo de la conciencia crística hacia el Padre es la aceleración llamada espiritualización (inglés: Spirit-realization: realización en el Espíritu), “El Ascenso”. Otro nombre que se le da al proceso mediante el cual la energía del alma regresa de la Materia al Espíritu es sublimación (inglés: sublimation: sublime action: acción sublime) o transmutación. Siendo ya una con el Hijo, el alma experimenta la consumación de este proceso como la ascensión, la unión con el Espíritu de la Presencia YO SOY, el Padre. La ascensión es el cumplimiento en el cielo de la promesa de Jesús en la tierra: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros… El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.”

     La fusión de las energías de la polaridad positiva y negativa de la Divinidad en la creación ocurre a través del Cristo Universal, el Logos sin el cual “nada de lo que es fue hecho”. El flujo de luz del macrocosmos hacia el microcosmos, del Espíritu (la Presencia YO SOY) al alma y de regreso siguiendo la espiral en forma de ocho, se cumple a través de este bendito Mediador que es Cristo, el SEÑOR, la verdadera encarnación del YO SOY EL QUE YO SOY. Ya que Jesús es esa Palabra encarnada, puede decir: “El YO SOY es [el YO SOY en mí es] la Puerta Abierta [al cielo y a la tierra] que ningún hombre puede cerrar”, y “Todo el Poder me es dado [a través del YO SOY en mí] en el cielo y en la tierra”, y también “He aquí, YO SOY [el YO SOY en mí está] vivo por siempre –como Arriba, así abajo– y tiene las llaves del reino de los cielos y las llaves de la muerte y el infierno, y a quienquiera que el Padre quiera yo se las doy, y son dadas en su nombre”. Esto que aún hoy afirma el maestro ascendido Jesucristo también lo afirma para nosotros nuestro Santo Ser Crístico. Así, el Cristo Universal del Hijo único y de los muchos efectivamente mediatiza la Presencia del YO SOY hacia nosotros a través de nuestro propio y amado Santo Ser Crístico. Ésta es la verdadera comunión con el Cristo Cósmico cuyo Cuerpo (Conciencia) fue “partido”, compartido, individualizado para cada hijo del corazón del Padre. Los Hijos de Dios son depositarios de la Máxima Luz para los que aún son criaturitas en Cristo.

     El término “Cristo” o “ungido del Cristo” también denota un cargo en la jerarquía que ocupan los que han alcanzado la automaestría en los siete rayos y los siete chakras del Espíritu Santo. La maestría crística incluye equilibrar la llama trina (los atributos divinos de poder, sabiduría y amor) para la armonización de la conciencia y la implementación de la maestría de los siete rayos en los chakras y en los cuatro cuerpos inferiores mediante la Llama de la Madre (la kundalini elevada). En la hora designada para la ascensión, el alma así ungida eleva la espiral de la llama trina desde abajo de los pies, pasando por toda la forma, para la transmutación de todo átomo y célula de su ser, conciencia y mundo. La saturación y la aceleración de los cuatro cuerpos inferiores y el alma mediante esta luz transfiguradora de la llama crística ocurre en parte durante la iniciación de la transfiguración, se incrementa con la resurrección y adquiere plena intensidad durante el ritual de la ascensión.

     El Ser Crístico individual, el Cristo personal, es el iniciador de toda alma viviente. Cuando el individuo pasa estas diversas iniciaciones en el sendero de la cristeidad, incluyendo “dar muerte al morador del umbral”, se gana el derecho a que se le llame ungido del Cristo así como hijo o hija de Dios. Hay quienes, en eras pasadas, se ganaron semejante título y comprometieron esa culminación o no lograron manifestarla en encarnaciones subsiguientes. En esta era el Logos los requiere para que manifiesten su maestría divina interna y la perfeccionen en el plano físico mientras están en encarnación física. Por lo tanto, para asistir a los hijos e hijas de Dios en hacer que su manifestación sea conmensurable con su luz interior, los maestros de la Gran Hermandad Blanca han dado sus enseñanzas a través de los maestros ascendidos y de sus mensajeros en este siglo [XX]. Y Saint Germain fundó la Fraternidad de Guardianes de la Llama, a través de la cual envía lecciones mensuales graduadas a los miembros de esta orden, dedicada a guardar la llama de la Vida en todo el mundo. Antes de pasar con éxito las iniciaciones del discipulado, se hace referencia al individuo como hijito de Dios, en contraste con el término “Hijo de Dios”, que denota la plena cristeidad, en la cual el alma, en y como Hijo del hombre, se ha fundido en el Hijo de Dios siguiendo el ejemplo de Jesucristo.

     Con la expansión de la conciencia crística, el ungido del Cristo avanza para alcanzar la realización de la conciencia crística en el nivel planetario y es capaz de sostener el equilibrio de la llama crística para las evoluciones del planeta. Cuando logra esto, asiste a los miembros de la jerarquía celestial que prestan su servicio en el cargo de Instructores del Mundo y al Cristo planetario. Véase Gráfica de tu Ser Divino, Jesús.

Juan 1:1-4; 14:20, 23. Cf. Apocalipsis 3:8; Mateo 28:18; Apocalipsis 1:18

El renacimiento de un alma en un nuevo cuerpo humano. El alma sigue regresando al plano físico con un nuevo cuerpo templo hasta que no salda su karma, alcanza la automaestría, supera los ciclos del tiempo y el espacio y finalmente se une de nuevo con la Presencia YOSOY a través del ritual de la ascensión.
El maestro ascendido Jesucristo . El avatar de la era de Piscis; la encarnación de la Palabra, el Cristo Universal; el ejemplo de conciencia crística que los hijos de Dios tendrían que haber manifestado durante la dispensación de dos mil años de la era de Piscis; aquel que manifestó la plenitud del Ser Crístico y que por tanto fue llamado Jesús el Cristo. Vino para revelar el Ser Crístico individual a la humanidad entera y para demostrar las obras del Padre (la Presencia YO SOY) que Sus hijos e hijas pueden realizar en y a través de la llama del Ser Crístico o Yo Crístico individual. Jesús ocupa el cargo de Instructor del Mundo en la jerarquía, que comparte con el maestro ascendido Kuthumi, quien estuvo encarnado como san Francisco. El retiro de Jesús es el Templo de la Resurrección, ubicado en el reino etérico sobre Tierra Santa. También presta su servicio en el Retiro Árabe, en el desierto de Arabia, al noreste del Mar Rojo. Véase “Jesucristo y Saint Germain vienen a señalar el camino en la era de Acuario”, en Alquimia II.
La entrada estrecha y el camino angosto que conduce a la vida (Mateo 7:14). El sendero de iniciación por el cual el discípulo que va en pos de la conciencia crística supera paso a paso las limitaciones de la individualidad en el tiempo y el espacio y alcanza la reunión con la Realidad a través del ritual de la ascensión.
Iniciado de la Gran Hermandad Blanca con un alto grado de realización espiritual, especialmente en el control de la Materia, las fuerzas físicas, los espíritus de la naturaleza y las funciones corporales; es en todo punto el alquimista pasando por iniciaciones avanzadas del fuego sagrado en el sendero de la ascensión.
Véase registros akáshicos. Registros akáshicos Las impresiones de todo lo que ha acontecido alguna vez en el universo físico, grabadas en la sustancia etérica y la dimensión conocidas como akasha (raíz sánscrita: kas,“estar visible, aparecer”, “brillar con fuerza”, “ver claramente”). Akasha es la sustancia primaria, la esencia etérica más sutil que llena todo el espacio; la energía “etérica” que vibra a una cierta frecuencia a manera de absorber, o registrar, todas las impresiones de la vida de un individuo. Estos registros pueden ser leídos por adeptos o por aquellos que tienen facultades del alma (psíquicas) desarrolladas
(hindi: cela, del sánscrito: ceta, “esclavo”, esto es, “sirviente”). En la India, discípulo de un maestro religioso o guru. Término utilizado generalmente para hacer referencia a un estudiante de los maestros ascendidos y sus enseñanzas. Específicamente, estudiante disciplinado y devoto más allá de lo ordinario, iniciado por un maestro ascendido y que sirve a la causa de la Gran Hermandad Blanca. Véase discipulado.
Un maestro ascendido es el que, a través del Cristo y por haberse revestido de la Mente que hubo también en Cristo Jesús, ha alcanzado la maestría del tiempo y el espacio y, en el mismo proceso, también del yo en los cuatro cuerpos inferiores y en los cuatro cuadrantes de la Materia, en los chakras y en la llama trina equilibrada. Ha transmutado cuando menos el 51 por ciento de su karma, cumplido con su plan divino y pasado las iniciaciones del rayo rubí para el ritual de la ascensión: la aceleración por medio del fuego sagrado hacia la Presencia del YO SOY EL QUE YO SOY. Los maestros ascendidos habitan en los planos del Espíritu –el reino de Dios (la conciencia de Dios)– y pueden enseñar a las almas no ascendidas en un templo etérico o en las ciudades etéricas del plano etérico (el reino de los cielos).

Filipenses 2:5

Santo Ser Crístico o Yo Crístico, es el foco individualizado del "unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad". El Cristo Universal individualizado como la auténtica identidad del alma. El Yo Real de todo hombre, mujer y niño hacia el cual el alma debe alzarse. El Ser Crístico es el mediador entre un hombre y su Dios. Es el instructor, el maestro y el profeta personal de un individuo, que oficia como sumo sacerdote ante el altar del Santísimo (la Presencia YO SOY) del templo edificado sin manos de todo hombre. El advenimiento de la percepción universal del Ser Crístico entre el pueblo de Dios en la tierra ha sido profetizado por los profetas como el descenso del SEÑOR NUESTRA JUSTICIA, llamado también VÁSTAGO, en la Era Universal que está por llegar. Cuando alguien alcanza la plena identificación del alma con el Ser Crístico, se le llama ser crístico o ungido, y se ve al Hijo de Dios brillar a través del Hijo del hombre. Juan 1:14; Isaías 11-1; Jeremías 23:5, 6; 33-15, 16; Zacarías 3:8, 6:12
Patriarca hebreo y progenitor de las doce tribus de Israel (ca. 2100-1700 a.C.), encarnación del maestro ascendido El Morya. Judíos, cristianos y musulmanes le conceden el haber sido el primero en la historia en adorar al verdadero Dios único. En el relato bíblico de su vida originalmente se le llama Abram (“el padre, o mi padre, sea glorificado”) y más tarde Dios lo llamará Abraham. Tradicionalmente se pensaba que significaba “padre de una multitud de naciones”, como reza el pasaje de Génesis 17:5. Actualmente se piensa que es una variación dialéctica de Abram.
El término Israel (inglés: is real) se aplica al cuerpo colectivo de los portadores de la simiente crística y de la conciencia del Cristo que descienden de Sanat Kumara, y no exclusivamente al pueblo judío. Los maestros ascendidos enseñan que quienes pertenecen al YO SOY EL QUE YO SOY han encarnado en todas las razas, linajes y naciones. El término israelita significa, esotéricamente, “el que es real en la poderosa Presencia YO SOY”. En hebreo, Israel significa "gobernará como Dios" o "prevalecer con Dios".

     ["En Cachemira hablan de la tribu perdida de Israel; algunos rabinos cultos quizá te expliquen que Israel es el nombre de aquellos que están buscando y que constituyen, no una nación, sino la naturaleza de un pueblo" - Nicholas Roerich, "Habitantes subterráneos", en El corazón de Asia (1925-1929).]