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♦ “¿Acaso no estoy aquí, que soy tu Madre?” – La tilma de Juan Diego

Tilma

El milagro de la Virgen de Guadalupe

La aparición se inició el 9 de diciembre de 1531 en las cercanías de la Ciudad de México, la que había sido ciudad capital del imperio azteca: la Virgen se aparece al indio Juan Diego y le pide que transmita al obispo del lugar su voluntad de que se construya un templo dedicado a Ella en el cerro Tepeyac. El obispo, al escuchar el relato del indio, le pide una prueba de la Presencia de la Madre de Dios allí. María hace crecer entonces un jardín de rosas en un cerro inhóspito y semidesértico, y se las hace recoger en su tilma (especie de poncho o manta) a Juan Diego. Luego le pide que se las presente como prueba de su Presencia al obispo. Cuando el indio abre su tilma frente al obispo, caen las flores al piso y aparece milagrosamente retratada la imagen de la Virgen María en la rústica tela. El templo dedicado a la Virgen de Guadalupe fue construido en el cerro Tepeyac, lugar de las apariciones, donde originalmente se exhibió la tilma original de Juan Diego, impresa con la mundialmente conocida imagen de la Virgen de Guadalupe.

 

Curiosidades sorprendentes sobre la tilma de Guadalupe

Estudios oftalmológicos realizados a los ojos de María han detectado que al acercarles luz la pupila se contrae, y al retirar la luz se vuelve a dilatar, tal cual como ocurre en un ojo vivo. ¡Los ojos de María están vivos en la tilma! También se descubre que los ojos poseen los tres efectos de refracción de la imagen que un ojo humano normalmente posee. Lograr estos efectos a pincel es absolutamente imposible, aun en la actualidad.

La fibra de maguey de la que la tela de la imagen está constituida no puede, en condiciones normales, perdurar más que 20 o 30 años. De hecho, hace varios siglos se pintó una réplica de la imagen en una tela de fibra de maguey similar, y la misma se desintegró después de varias décadas. Mientras tanto, a casi 500 años del milagro, la imagen de María sigue tan firme como el primer día. Se han hecho estudios científicos sobre este hecho, sin que haya podido descubrirse el origen de la incorruptibilidad de la tela.

No se ha descubierto ningún rastro de pintura en la tela. De hecho, al acercarse uno a menos de 10 centímetros de la imagen sólo se ve la tela de maguey en crudo. Los colores desaparecen. Estudios científicos de diverso tipo no logran descubrir el origen de la coloración que forma la imagen, ni la manera en que la misma fue pintada. No se detectan rastros de pinceladas ni de ninguna otra técnica de pintura conocida. El doctor Phillip S. Callaghan, del equipo científico de la NASA, biofísico de la Universidad de Kansas (EE.UU.), investigador, científico y técnico en pintura, y el profesor Jody Brant Smith, con una maestría en humanidades por la Universidad de Miami y catedrático de filosofía de la ciencia en la Universidad de Pensacolla, afirmaron que el material que origina los colores no es ninguno de los elementos conocidos en la tierra. En su libro La tilma de Juan Diego exponen el estudio realizado por ellos a nivel particular.

Varias veces, a lo largo de los siglos, los hombres han pintado agregados a la tela. Milagrosamente estos agregados han desaparecido, quedando nuevamente el diseño original, con sus colores vivos.

En el año 1791 se vuelca accidentalmente ácido muriático en el lado superior derecho de la tela. En un lapso de 30 días, sin tratamiento alguno, se reconstituye milagrosamente el tejido dañado. Actualmente apenas se advierte este hecho como una breve decoloración en ese lugar, que testimonia lo ocurrido.

Las estrellas visibles en el Manto de María responden a la exacta configuración y posición que el cielo de México presentaba en el día en que se produjo el milagro, según revelan estudios astronómicos realizados sobre la imagen.

El 14 de noviembre de 1921, Luciano Pérez, un anarquista español, depositó un arreglo floral al lado de la tilma de Juan Diego que contenía una bomba de alto poder. La explosión destruyó todo alrededor, menos la tilma, que permaneció en perfecto estado de conservación. Una cruz de pesado metal que se encontraba en las proximidades fue totalmente doblada por la explosión, y se guarda como testimonio en el templo. Sin embargo, el cristal que protegía la tilma no se rompió, teniendo en cuenta que en aquella época no había cristales antibalas.

El doctor Enrique Graue, oftalmólogo de fama internacional, director de un hospital oftalmológico en México, afirma: “Examiné los ojos con oftalmoscopio de alta potencia, y pude apreciar en ellos profundidad de ojo como al estar viendo un ojo vivo.”

En estos ojos aparece el efecto Purkinje-Sanson: se triplica la imagen en la córnea y en las dos caras del cristalino. Este efecto fue estudiado en el siglo XIX por los doctores Purkinje de Breslau y Sanson de París. Este fenómeno, exclusivo del ojo vivo, fue observado también en el ojo de la Virgen de Guadalupe por el doctor Rafael Torija con la ayuda de un oftalmoscopio. Él lo certifica con estas palabras: ”Los ojos de la Virgen de Guadalupe dan la impresión de vitalidad.”

Lo mismo afirman los doctores Guillermo Silva Ribera, Ismael Ugalde, Jaime Palacio, etc. Desde el año 1950, los ojos de la Virgen de Guadalupe han sido examinados por una veintena de oftalmólogos.

 

Conclusiones de un estudio basado en tecnología digital

La tecnología digital da nueva luz a uno de los fenómenos que es todavía una incógnita para la ciencia: el misterio de los ojos de la Virgen de Guadalupe. Los resultados de esta investigación fueron revelados por el ingeniero José Aste Tonsman, del Centro de Estudios Guadalupanos de México, en el Ateneo pontificio "Regina Apostolorum", de Roma.

El doctor Aste, graduado en ingeniería en sistemas ambientales por la Universidad de Cornell, ha estudiado durante más de veinte años la imagen impresa de la Virgen en el burdo tejido hecho con fibras de maguey –una especie de cactus– de la tilma del beato Juan Diego, el indígena que recibió las apariciones que cambiaron decisivamente la historia de México. Se trata de una tela que no dura más de veinte años, pero la imagen se mantiene intacta como el primer día desde hace casi cinco siglos, después de haber permanecido más de un siglo sobre una pared húmeda, entre el humo de miles de velas, y manoseada por muchedumbres de indios.

En su conferencia, el doctor Aste insistió en que nos encontramos ante una imagen "que no ha sido pintada por mano de hombre". Ya en el siglo XVIII varios científicos realizaron pruebas científicas que mostraban cómo era imposible pintar una imagen así en un tejido de tal textura. Richard Jun, premio Nobel de Química –recordó el doctor Aste Tonsman–, hizo análisis químicos en los que se pudo constatar que la imagen no tiene colorantes naturales, ni animales, ni mucho menos minerales. Dado que en aquella época no existían los colorantes sintéticos, la imagen, en este aspecto, es inexplicable.

 

En 1979 los estadunidenses Philip Callahan y Jody B. Smith estudiaron la imagen con rayos infrarrojos y descubrieron con sorpresa que no había huella de pintura y que el tejido no había sido tratado con ningún tipo de técnica.

Aste se pregunta: "¿Cómo es posible explicar esta imagen y su consistencia en el tiempo sin colores y con un tejido que no ha sido tratado? Es más, ¿cómo es posible que, a pesar de que no haya pintura, los colores mantengan su luminosidad y brillantez?"

El ingeniero peruano añadió que "Callahan y Smith han mostrado cómo la imagen cambia ligeramente de color según el ángulo de visión, un fenómeno que se conoce con el término de iridiscencia, técnica que no se puede reproducir con manos humanas".

Pero, en particular, este prestigioso científico investigó el enigma de los ojos. El reflejo transmitido por los ojos de la Virgen de Guadalupe es la escena en la que Juan Diego mostraba al obispo fray Juan de Zumárraga y a los presentes en la estancia el manto con la misteriosa imagen el 9 de diciembre de 1531. Comenzó a desarrollar su estudio en 1979. Aumentó los iris de los ojos de la Virgen hasta alcanzar una escala 2 500 veces superior al tamaño real y, a través de procedimientos matemáticos y ópticos, logró identificar doce personajes impresos en los ojos de la Virgen.

En los ojos de la Virgen –revela– se encuentran reflejados los testigos del milagro guadalupano, el momento en que Juan Diego mostraba el ayate al obispo. Los ojos de la Virgen tienen así el reflejo que hubiera quedado impreso en los ojos de cualquier persona en esa posición.

Se puede distinguir un indio sentado, que mira hacia lo alto; el perfil de un hombre anciano, con la barba blanca y la cabeza con calvicie avanzada, como el retrato de Juan de Zumárraga realizado por Miguel Cabrera para representar el milagro; un hombre más joven, con toda probabilidad el intérprete Juan González; un indio de rasgos marcados, con barba y bigote, que abre su propio manto ante el obispo, sin duda Juan Diego; una mujer de rostro oscuro, una sierva negra que estaba al servicio del obispo; un hombre de rasgos españoles que mira pensativo acariciándose la barba con la mano. En definitiva, en los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe está impresa una especie de instantánea de lo que sucedió en el momento en que tuvo lugar el milagro.

En el centro de las pupilas, además, a escala mucho más reducida, se puede ver otra escena, totalmente independiente a la primera. Se trata de una familia indígena compuesta por una mujer, un hombre y algunos niños. En el ojo derecho aparecen otras personas de pie detrás de la mujer.

Hasta aquí llega la ciencia, fue la conclusión de Aste Tönsmann. El cómo se ha realizado algo tan maravilloso no es posible descifrarlo con métodos científicos. El investigador peruano, sin embargo, se aventura a ofrecer un porqué: considera que en los ojos de la Virgen hay un mensaje "escondido" reservado para nuestro tiempo en el que la tecnología es apta para descubrirlo, y cuando este mensaje es más necesario. "Éste puede ser el caso de la imagen de la familia en el centro del ojo de la Virgen, en una época en que la familia está bajo un serio ataque en nuestro mundo moderno." Un mensaje, además, universal y antirracista, pues varias etnias se encuentran reflejadas.

 

El texto del estudio procede de la revista Ave María, nº 667.

 

The Virgin of Guadalupe

 

 

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